A X cada vez le caía peor la gente.
Vamos, no todos, sus amigos y varios conocidos seguían gozando de su aprecio.
Pero no podía dejar de observar que últimamente la cantidad de gente que le caía mal o que le molestaba aumentaba exponencialmente. Jefes y compañeros de trabajo, vendedores y predicadores a domicilio, su casero, adolescentes, gritones, políticos sinvergüenzas, famosillos de medio pelo, personas de medio seso, perdonavidas, arrogantes, estúpidos.. No podía
aguantarlos más, como tampoco podía soportar la desfachatez con la que pedían, exigían u ordenaban trabajos, favores, compras, demoras en lo adeudado, tolerancia hacia sus fallos y desaires como si, tan sólo por ser ellos, les debieras algo.
Lo consultó con un amigo mientras tomaban unas cervezas, que le sugirió que, al igual que él mismo había hecho, se refugiara en los dulces brazos de la misantropía consciente y elegida. Como X no le entendió, le pidió que le explicara más en detalle a lo que se refería. He aquí lo que su amigo le contó:
"Ser misántropo consciente es ideal, y tu vida será mucho más cómoda y apacible.
Tu problema es que intentas ser educado y darle una oportunidad a todo el mundo; así lo sabe la gente que te trata, y por ello, cuando te enfadas o discutes o no dejas que te tomen el pelo, se indignan contigo, porque no esperaban de ti esa reacción. Esperaban que te dejaras cortar el cuello con resignación cristiana o con laico civismo. Y por lo tanto, la discusión o el malentendido o el enojo, es mayor y te cuesta mucho más hacer que las cosas vuelvan a su cauce. Además, seguro que muchas veces, por ese defecto que tienes de creer que en el fondo todo el mundo es bueno y tiene algún punto de razón, seguro que se salen con la suya.
Sin embargo, si te haces de una fama de cínico, borde e intolerante, tu vida será mucho más fácil. El que intente obtener de ti una ventaja o un favor, el que trate de engañarte en su propio beneficio, te abordará con miedo o con agresividad, y no hay nada tan malo para pensar claramente que el miedo o la agresividad, con lo cual sus argumentos serán vanos y fáciles de replicar. E incluso muchas veces, intimidados por tu reputación, renunciarán a enfrentarse a ti. Y te dejarán en paz.
Eso sí, no olvides una cosa. Controla siempre tu misantropía. No todo el mundo sabe hacerlo"
A X, el razonamiento de su amigo le pareció impecable y se dedicó a aplicar su consejo con entusiasmo misionero. Hasta tal punto llegó que algún conocido bienintencionado se le acercó para preguntarle si tenía algún problema; dichos conocidos fueron ahuyentados con bufidos y gruñidos.
En poco tiempo, como le había predicho su amigo, se libró de moscones, pesados y caraduras. Su vida se hacía más fácil por momentos, libre de las molestias e interferencias que tanto le habían molestado.
Sin embargo ( siempre hay un sin embargo o un pero o un no obstante ), X no supo controlar su misantropía. Era tan fácil, tan tentador, ahorraba tanto en desgaste neuronal el dejarse controlar por ella, que casi sin darse cuenta pasó de ser una "personalidad herramienta" a ser su forma de ser natural. Ya no usaba su misantropía selectivamente, contra los que le enervaban. Se relacionaba también así con sus amigos, con su familia, con los que le importaban con las consecuencias imaginables. Y así hubiera seguido si el mismo amigo que se la había aconsejado no lo hubiera vuelto a arrastrar al mismo bar dónde le dio
el misántropo consejo.
"Mira, X, olvida lo que te conté sobre la misantropía consciente. No eres apto para ella. Sí, sé que ahora nadie se te acerca para molestarte. El problema es que ahora ya no aguantas a nadie, y por lo tanto, todos te molestan. Así pues, la misantropía te ha dejado de servir y es la que se sirve de ti. Mala suerte, pero no eres de esas personas que pueden domarla y manejarla a su antojo. Y te lo predigo, estás a un tris de convertirte en uno de esos que antes tanto odiabas y ser un desgraciado"
Con su nueva personalidad dominante, a X este discurso de su amigo no le impresionó de la misma forma que el anterior, e hizo caso omiso.
No obstante, algún poso le quedó rondando por la cabeza. Y empezó a darse cuenta que la gente que le importaba ya no le miraba con afecto; le miraban con precaución. Vio que toda la gente, no sólo aquellos a los que había pretendido ahuyentar, le trataba como a un león enjaulado.
Esto le hizo sentirse mal; su anterior yo, trabajosamente, se abrió paso a través de su misantropía, que aunque dominante, no había llegado aún a fundirse con sus huesos.
Y así X tuvo que volver a aguantar a jefes y compañeros de trabajo, a vendedores y predicadores a domicilio, a su casero, a adolescentes gritones, a políticos sinvergüenzas, a famosillos de medio pelo, a personas de medio seso, a perdonavidas, a arrogantes y estúpidos como precio para que la gente que le importaba lo volviera a mirar sin precaución y con afecto
Vamos, no todos, sus amigos y varios conocidos seguían gozando de su aprecio.
Pero no podía dejar de observar que últimamente la cantidad de gente que le caía mal o que le molestaba aumentaba exponencialmente. Jefes y compañeros de trabajo, vendedores y predicadores a domicilio, su casero, adolescentes, gritones, políticos sinvergüenzas, famosillos de medio pelo, personas de medio seso, perdonavidas, arrogantes, estúpidos.. No podía
aguantarlos más, como tampoco podía soportar la desfachatez con la que pedían, exigían u ordenaban trabajos, favores, compras, demoras en lo adeudado, tolerancia hacia sus fallos y desaires como si, tan sólo por ser ellos, les debieras algo.
Lo consultó con un amigo mientras tomaban unas cervezas, que le sugirió que, al igual que él mismo había hecho, se refugiara en los dulces brazos de la misantropía consciente y elegida. Como X no le entendió, le pidió que le explicara más en detalle a lo que se refería. He aquí lo que su amigo le contó:
"Ser misántropo consciente es ideal, y tu vida será mucho más cómoda y apacible.
Tu problema es que intentas ser educado y darle una oportunidad a todo el mundo; así lo sabe la gente que te trata, y por ello, cuando te enfadas o discutes o no dejas que te tomen el pelo, se indignan contigo, porque no esperaban de ti esa reacción. Esperaban que te dejaras cortar el cuello con resignación cristiana o con laico civismo. Y por lo tanto, la discusión o el malentendido o el enojo, es mayor y te cuesta mucho más hacer que las cosas vuelvan a su cauce. Además, seguro que muchas veces, por ese defecto que tienes de creer que en el fondo todo el mundo es bueno y tiene algún punto de razón, seguro que se salen con la suya.
Sin embargo, si te haces de una fama de cínico, borde e intolerante, tu vida será mucho más fácil. El que intente obtener de ti una ventaja o un favor, el que trate de engañarte en su propio beneficio, te abordará con miedo o con agresividad, y no hay nada tan malo para pensar claramente que el miedo o la agresividad, con lo cual sus argumentos serán vanos y fáciles de replicar. E incluso muchas veces, intimidados por tu reputación, renunciarán a enfrentarse a ti. Y te dejarán en paz.
Eso sí, no olvides una cosa. Controla siempre tu misantropía. No todo el mundo sabe hacerlo"
A X, el razonamiento de su amigo le pareció impecable y se dedicó a aplicar su consejo con entusiasmo misionero. Hasta tal punto llegó que algún conocido bienintencionado se le acercó para preguntarle si tenía algún problema; dichos conocidos fueron ahuyentados con bufidos y gruñidos.
En poco tiempo, como le había predicho su amigo, se libró de moscones, pesados y caraduras. Su vida se hacía más fácil por momentos, libre de las molestias e interferencias que tanto le habían molestado.
Sin embargo ( siempre hay un sin embargo o un pero o un no obstante ), X no supo controlar su misantropía. Era tan fácil, tan tentador, ahorraba tanto en desgaste neuronal el dejarse controlar por ella, que casi sin darse cuenta pasó de ser una "personalidad herramienta" a ser su forma de ser natural. Ya no usaba su misantropía selectivamente, contra los que le enervaban. Se relacionaba también así con sus amigos, con su familia, con los que le importaban con las consecuencias imaginables. Y así hubiera seguido si el mismo amigo que se la había aconsejado no lo hubiera vuelto a arrastrar al mismo bar dónde le dio
el misántropo consejo.
"Mira, X, olvida lo que te conté sobre la misantropía consciente. No eres apto para ella. Sí, sé que ahora nadie se te acerca para molestarte. El problema es que ahora ya no aguantas a nadie, y por lo tanto, todos te molestan. Así pues, la misantropía te ha dejado de servir y es la que se sirve de ti. Mala suerte, pero no eres de esas personas que pueden domarla y manejarla a su antojo. Y te lo predigo, estás a un tris de convertirte en uno de esos que antes tanto odiabas y ser un desgraciado"
Con su nueva personalidad dominante, a X este discurso de su amigo no le impresionó de la misma forma que el anterior, e hizo caso omiso.
No obstante, algún poso le quedó rondando por la cabeza. Y empezó a darse cuenta que la gente que le importaba ya no le miraba con afecto; le miraban con precaución. Vio que toda la gente, no sólo aquellos a los que había pretendido ahuyentar, le trataba como a un león enjaulado.
Esto le hizo sentirse mal; su anterior yo, trabajosamente, se abrió paso a través de su misantropía, que aunque dominante, no había llegado aún a fundirse con sus huesos.
Y así X tuvo que volver a aguantar a jefes y compañeros de trabajo, a vendedores y predicadores a domicilio, a su casero, a adolescentes gritones, a políticos sinvergüenzas, a famosillos de medio pelo, a personas de medio seso, a perdonavidas, a arrogantes y estúpidos como precio para que la gente que le importaba lo volviera a mirar sin precaución y con afecto
4 comentarios:
Muy bueno y muy javiermariesco.
Y que viva la misantropía !!!
Me siento identificado con X, aunque yo no he experimentado aún la misantropía.
Pero es raro el día que no lo pienso.
Pues sí, a mi me pasa lo mismo, Txema.
Gracias, Miguel
Voy a ser un chico inteligente
y ya no me la van a dar
nunca más.
Voy a ser un poco impertinente
y a caer un poco mal
sin faltar.
Voy a ser el enemigo disparando pan de higo
ojo no te vaya a dar.
Viviré como desplante apretando y to p´alante
no se me podrá aguantar.
Vaya risa que me dan
piensan que estoy anormal
pero mira que fatalidad
un, dos, tres y ya no están.
Voy a sonreir intermitente
y a pedir un poco más
siempre más.
Voy a interrumpir constantemente
y se me tiene que notar
mucho más.
Voy a ser el enemigo disparando pan de higo
ojo no te vaya a dar.
Viviré como desplante apretando y to p´alante
no se me podrá aguantar.
Vaya risa que me dan
piensan que estoy anormal
pero mira que fatalidad
un, dos, tres y ya no están.
Voy a ser el enemigo disparando pan de higo
ojo no te vaya a dar.
Viviré como desplante apretando y to p´alante
no se me podrá aguantar.
Rosendo: Pan de higo
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