miércoles, 26 de septiembre de 2007

Te amaré. Y después, te amaré.


"Acabas de cumplir ochenta y dos años. Sigues siendo bella, graciosa y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te quiero más que nunca. Recientemente me he vuelto a enamorar de ti otra vez y llevo dentro un vacío desbordante que no logra colmar más que tu cuerpo apretado contra el mío."

Esto lo escribió el filósofo André Gorz en su último libro, publicado el año pasado. Era toda una declaración de amor a su mujer Dorine.

¿Por qué os cuento esto? Porque es una de esas historias de amor, del de verdad, que tanto nos gustan.

El bueno de André, tras jubilarse, se había retirado a una casa en Vosnon (en la región de Champaña-Ardenas, Francia), con su esposa, quien sufría de una grave enfermedad degenerativa agravada por un cáncer. El pasado lunes una amiga de la familia descubrió un mensaje sobre la puerta precisando que había que avisar a la policía. Los cuerpos de la pareja reposaban uno al lado del otro. Quiero creer que cogidos de la mano.

3 comentarios:

Juan Ayala dijo...

Hermosa historia, Miguel A.ngel

txema dijo...

Piel de gallina.

Sergio Cortés dijo...

Genial historia.... digma para mi hipersensibilidad pasmótica..

Enhorabuena...
gracias