Título de una canción de los legendarios Toreros Muertos, describe la ansiedad y los nervios, en tono jocoso, de un tipo que pierde su DNI...
La realidad no es tan jocosa. Después de varios intentos fallidos - barras de bar, el trabajo, el tren -, el viernes conseguí por fin perder mi cartera en la playa, con todo aquello que hoy día nos hace personas ante los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, Entidades Bancarias, fuerzas vivas y
estamentos de la sociedad.
Pues de los nervios he estado desde entonces. Al menos, las tarjetas están anuladas y confio en que en la hora en que tardé en darme cuenta, no me hallan hecho algún estropicio en mis magros saldos ( con los nervios, anulé las claves web, con lo que hasta el fin de semana no lo sabré).
Pero de los nervios que he estado estos días.
Porque como toda persona sin carné de conducir y sin pasaporte válido, y educada en los principios del catolicismo ( el artículo de Javier Cercas de El País de ayer mantiene lo que siempre he dicho: si uno es educado como católico, aunque luego renuncie, siempre queda el poso de la culpa y del pecado original ), estos días me sentía culpable de ser ilegal. Si veía un policía por la calle, lo primero que pensaba era "Como me pida el carné, multa al canto. Y eso si el agente está de buenas, que si no, al cuartelillo"
Y pensando así, lo milagroso es que no me lo hayan pedido. Cada vez que he visto a un agente de la ley estos días, encogía la cabeza entre los hombros como tortuga acosada, me cambiaba de acera, y lanzaba dismuladas y nerviosas miradas hacia el madero, guindilla o picoleto de turno.
Vamos, unas formas que se define en los manuales de seguridad como "se debe proceder a la identificación de los sujetos de actitud furtiva y sospechosa". Afortunadamente, ya nadie debe leerse estos manuales o tengo una cara menos sospechosa que la de algún amigo mío al que siempre le piden que se identifique...
En fin, esta mañana he conseguido mi nuevo DNI electrónico ( cada vez más, en ciertas administraciones del Estado, las cosas se hacen de forma eficaz y eficiente, una pena que no tomen ejemplo otras, como la Justicia, por ejemplo ). ¡ Ya puedo volver a caminar tranquilo, y mirar de frente a la Policía y a la Guarda Civil, con un par, soy ciudadano legal !
La realidad no es tan jocosa. Después de varios intentos fallidos - barras de bar, el trabajo, el tren -, el viernes conseguí por fin perder mi cartera en la playa, con todo aquello que hoy día nos hace personas ante los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, Entidades Bancarias, fuerzas vivas y
estamentos de la sociedad.
Pues de los nervios he estado desde entonces. Al menos, las tarjetas están anuladas y confio en que en la hora en que tardé en darme cuenta, no me hallan hecho algún estropicio en mis magros saldos ( con los nervios, anulé las claves web, con lo que hasta el fin de semana no lo sabré).
Pero de los nervios que he estado estos días.
Porque como toda persona sin carné de conducir y sin pasaporte válido, y educada en los principios del catolicismo ( el artículo de Javier Cercas de El País de ayer mantiene lo que siempre he dicho: si uno es educado como católico, aunque luego renuncie, siempre queda el poso de la culpa y del pecado original ), estos días me sentía culpable de ser ilegal. Si veía un policía por la calle, lo primero que pensaba era "Como me pida el carné, multa al canto. Y eso si el agente está de buenas, que si no, al cuartelillo"
Y pensando así, lo milagroso es que no me lo hayan pedido. Cada vez que he visto a un agente de la ley estos días, encogía la cabeza entre los hombros como tortuga acosada, me cambiaba de acera, y lanzaba dismuladas y nerviosas miradas hacia el madero, guindilla o picoleto de turno.
Vamos, unas formas que se define en los manuales de seguridad como "se debe proceder a la identificación de los sujetos de actitud furtiva y sospechosa". Afortunadamente, ya nadie debe leerse estos manuales o tengo una cara menos sospechosa que la de algún amigo mío al que siempre le piden que se identifique...
En fin, esta mañana he conseguido mi nuevo DNI electrónico ( cada vez más, en ciertas administraciones del Estado, las cosas se hacen de forma eficaz y eficiente, una pena que no tomen ejemplo otras, como la Justicia, por ejemplo ). ¡ Ya puedo volver a caminar tranquilo, y mirar de frente a la Policía y a la Guarda Civil, con un par, soy ciudadano legal !
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