miércoles, 7 de marzo de 2007

Vuelve la quietud

Sin duda el acontecimiento que todos los taurinos estábamos esperando: vuelve la quietud, la colocación y el temple. Vuelve José Tomás.

Ahora bien, los regresos, a excepción de los múltiples del maestro Chenel, nunca fueron demasiado gloriosos. Alimenticios, más bien. ¿Será este el caso? ¿Verá otra vez llevarse vivo al Pablo Romero desde el burladero? ¿O veremos al Tomás capaz de colocarse en el único sitio, el de la gloria o el hule, como decía nuestro admirado Sabina, el Tomás de los tironcitos de estaquillador y la muñeca rota rematando el natural?

No se puede ser aficionado y no tener fe. Así que tengo fe en que José Tomás vuelva a detener el tiempo sobre el albero y podamos experimentar de nuevo aquella catarsis colectiva que vivimos un 24 de agosto de 1999 en el coso de Almería, donde al bajar por la Avenida Vilches, Eva entendió porqué me gustaban los toros.

3 comentarios:

Sergio Cortés dijo...

"El deseado" no puede sino dar la bienvenida tras años de astío y pérdida de la fé en la "industria" taurodérmica del espectáculo de bajo tono en que se han convertido los toros.

José, el de las grandes, el de me pongo los pelos de punta, el de no seas loco y quítate de ahí. Ese es el que queremos. Con las dudas que expresa Miguel angel, pero con la certeza del de verdad.

Y además, plantando batalla a la gatomaquia de los empresarios especuladores. Que el señor balanya quiere cerrar la plaza, que Barcelona se hace no taurina: Ahí llego yo, José Tomás me llamo. Soy Torero y se hace el silencio.

Yo te espero "Deseado". Que Dios reparta suerte y nosotros que lo veamos.

txema dijo...

Bueno, bueno, así que regresa el Deseado, y lo hace como no podía ser de otra forma, acaparando toda la prensa taurina mundial. Claro, todos los día no vuelve el mas grande. Sin embargo, algo me dice, que no va a ser el Tomás del Pablo Romero, pero tampoco el glorioso. No quiero desesperanzaros, es pura intuición. Yo me conformaría con que volviera en plan Curro o Paula, una de cal y diez de arena. Sea lo que sea, hay que esperarlo, y si está como hace 8 años (como el DYC), será sin duda el mas grande, porque lo único que se le puede echar en cara es la brevedad de su reinado. Hay que esperarlo porque es como cuando alguien muere, y dices "daría lo que fuera por volver a verlo 3 minutos(como un polvo en el ascensor), pues eso es una oportunidad que se nos da y que llevabamos soñando años. Hay que esperarlo porque, preguntarle a vuestros abuelos (como el de Heidy)o mayores lo que darían por volver a ver a Manolete o a Ordoñez.
De lo que si podemos estar seguros es que vamos a volver a verlo hacer el paseillo, y andar por la plaza con la cabeza torcida, arrastrar la muleta, citar sin zapatazos, un capote pequeño, una muleta de seda, seriedad, afición, seguidores, un grano en el culo de Castella y Talavante, y una almorrana en el de los demás, ¿qué mas quereis?, lo que venga por añadido, pues bueno será. ¿no hubierais firmado esto hace un año?
Además lo hace en Barcelona, la ciudad del mundo que mas gente ha llevado a los toros, la única ciudad del mundo que ha tenido tres plazas con toros el mismo día y las tres llenas, y donde ahora algunos listos quieren acabar con la fiesta. Pues aquí estoy yo, a ver si en Barcelona no va la gente los toros, a ver si no son rentables, a ver si no va el mundo cultureta a la plaza, etc.
Yo te espero Jose Tomás, porque además aunque no triunfes no nos deberás nada, porque ya nos ha dado lo que nadie.
Que el toro reparta suerte.

Juan Ayala dijo...

Yo lo espero, y me da igual que vuelva a lo grande o a lo Curro. Evidentemente, mejor que vuelva a lo grande. No sólo por él. Por los demás, por la fiesta. Un torero como Tomás, en plenitud, no sólo se hace grande él; además obliga a todo aquél que toree con él, a apretarse los machos y a ponerse en el sitio, so pena de ser pitado en caso contrario. Le hace falta a la fiesta que Tomás le dé un meneo al escalafón.
Y bueno, si, quizás vuelva, como dice el Chema, a lo Curro... Entonces, iré a la Avenida Viches, con mi merienda debajo del brazo, con mi sombrero de paja cubriendome la cabeza, con la ilusión de ver, al menos, una tanda por naturales de las que ya, desgraciadamente, no se ven.
Vamos, toro bonito, vamos...