Hace poco, debido a la imposiblidad de transitar por mi cuarto, me vi obligado a ordenar a fondo. A pesar de mi empeño, sólo conseguí pasar del caos absoluto al caos relativo ( el orden y yo nunca nos hemos llevado bien, y mi respeto por las leyes físicas me impide llevar la contraria a la entropía ).
El ordenar de tarde en tarde tiene la ventaja de que casi siempre encuentras cosas que creías perdidas, objetos que habían caido en el olvido. Esta vez encontré, entre otros tesoros, un llavero, una pelota de futbolín, un par de pines. Y ordenando unos papeles, descubrí unas viejas cartas.
La verdad es que no suelo recibir ni enviar muchas cartas. Pero hubo una época, de los dieciocho a los veinte y pocos, dónde mantenía correspondencia con varias personas. La impaciencia hasta recibirlas, la alegría de verlas en el buzón, subir corriendo a casa para leerlas.
La carta escrita, en papel, con su correspondiente sobre, sello y matasellos, tiene una capacidad de evocación que no tiene un correo electrónico, quizás ni siquiera una foto. Frente a un correo electrónico, la carta se toca, se palpa. Es material. Costaba más escribirla, pensabas detenidamentelo que ibas a contar, rompías alguna que no te estaba quedando bien y volvías a empezar. La releías con cuidado. En una carta, en definitiva, ponías más esfuerzo y dedicación, más de ti que en un correo electrónico escrito de cualquier manera en una pausa del trabajo.
Frenta a una foto, la carta también gana. En una foto, ves como eras. En las cartas, descubres como te veían, como era aquella gente que te escribió, como ha cambiado ( o no ) y si es una contestación a una carta que enviaste, por las respuestas recuerdas como eras, como pensabas. Con el mismo esfuerzo que al intentar ver algo que está lejos, recuerdas lo que escribiste en aquellas cartas rutinarias o alegres, en otras tristes o desesperadas. Te avergüenzas de lo que escribiste o sonríes con alguna ingenuidad que te escribieron o escribiste con 20 años.
Cartas de amigos que lo siguen siendo o de personas que desaparecieron de la vida, testigos de una época, pinturas de un tiempo.
Es una pena que ya no se escriban cartas, aunque sea para que dentro de diez años, que es cuando me toca volver a ordenar mi dormitorio, pueda recordar mejor como soy ahora.
8 comentarios:
Hace un par de años vi una noticia en el telediario de la 2, en la que se contaba una historia realmente emocionante. Apareció en las costas de Australia una botella con una carta dentro, escrita por un soldado de la segunda guerra mundial. Era una carta de amor para su novia. El soldado murió en la guerra.
Es cierto que resulta muy curioso leer las cartas antiguas, porque aunque sean tuyas, parecen haber sido escritas por otra persona. También en mi caso fue la primera etapa de universitario cuando mas cartas escribí y recibí, especialmente de Miguel Angel, del que puedo tener varias docenas. Todas están guardadas. Algún día podriamos quedar y releerlas.
Emotivo post, casi doloroso por lo que me ha removido. Eran tiempos de escribir cartas…
Además, es curioso cómo los cuatro integrantes de este blog nos hemos intercambiado cartas hasta hartarnos. Recuerdo, con emoción, aquellas cartas que nos escribíamos Txema y yo con la quiniela de la semana a completar y sellar por el que la recibía. O las que hicieron incontables viajes del lado de acá al lado de allá y que me traían las historias parisinas del amigo Sergio. O aquellas ininteligibles de letra grande y prosa precisa del amigo Juan.
Eran tiempos en los que llegaba a casa y abría el buzón emocionado, cogía la misiva y me subía rápido a la butaca que tenía en la habitación de casa de mi abuela, encendía un cigarro (no se podía leer una carta sin fumar) y la leía la primera vez. Luego venía otro ducados y otra lectura, hasta que la carta se iba a la caja de guardar las cartas donde todavía descansan todas ordenadas en el mismo rincón de la habitación de casa de mi abuela.
Yo no las he vuelto a leer pero el recuerdo me dice que eran casi todas cartas tristes, cartas donde se hablaba de pérdidas, de desamores, de anhelos,…
En fin, que aplaudo la idea del amigo Txema y que podríamos juntarnos una noche a releer nuestras viejas cartas para recordar cómo éramos, reírnos, emocionarnos, y poder comprobar en qué nos hemos convertido. Y seguro que no hay tanta diferencia.
Qué tiempos aquellos, los tiempos de escribir cartas.
La verdad es que últimamente estoy moña, y me salen cosas emotivas ( o cursis ) como esta....
Respecto a lo de juntarnos para leer cartas... creo que me daría pudor hacer est ejercicio delante vuestra....
Hola Amigos.
Me reengancho con este emotivo post despues de mi semana perdido por las highlands escocesas.
Efectivamente, yo también tengo mi cajita con las cartas guardas. y esas otras que de vez en cuando aparecen entre algunos papeles o albunes de fotos... y que creías que no existían...
Recuerdo especialmente las que cita miguel angel, de nuestra epistolar relación parisienne.
En las cartas poníamos todos nuestros sueños, nuestras dudas, nuestras emociones... no sé si hoy ya es posible en los tiempos que corren. una pena.
O sino esas cartas de algún despiste de campamento de verano y que te invitaba a madrid a hacer una visita... oh..
en fin.. bonito post amigo juan.. bonito post..Creo, como tú, que nuestras cartas han de quedar en nuestro recuerdo. no es necesario leerlas..
Aunque creo que Miguel A. y yo, una vez tuvimos un proyecto de poner carta y respuesta en un cuardernillo?? era así o es una paranoia mía?
Así era.
Y a mi no me parece mal lo de sentarse una noche los cuatro, tomar unas copas, y releer las cartas.
y tomar unas copas...y unos porritos
Estimado y a ratos bien amado cuñao en potencia. ¿No habrá aparecido quizás, durante tan arduo traslado de enseres de un lugar a otro de tus dependencias privadas(proceso comunmente conocido como ordenar la habitación)una camiseta de Canarias y unos smint de menta, verdad?
Lamentablemente, estimado y futurible cuñado, a un hombre culto como tú no se le ocultará el hecho de que la arqueología ( y como tal se debe calificar el hecho de intentar buscar algo en mis aposentos )no es una ciencia exacta, y que sus resultados no son ni seguros ni predecibles. No obstante, tenemos la seguridad de que con dedicación y paciencia, obtendremos resultados. Aunque para cuando los consigamos, tal vez los smint ya hayan caducado
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