Ya de sobra sabéis, esa extraña sensación que tenemos a veces de haber pasado por experiencias que nos cambian la vida.
Es curioso, tengo la sensación de que me suelo reinventar demasiado, de que las cosas van y vienen con la facilidad de lo inesperado. Y es que, como sabéis he estado estos últimos 8 días por las Highlands de Escocia en una experiencia que nunca había realizado: la de viajar solo.
Quizá de esta manera las cosas son más intensas, quizá porque tenía simplemente la sensación, tan recurrente, de que si no hago estas cosas ahora nunca las haré. Y cierto es que, la gran parte de cosas que hago, tengo la suerte de poderlas hacer antes de que ya no las pueda. No cabe el arrepentimiento, ni tampoco la esperanza de tiempos mejores. Simplemente es presente.
Y es que para un manchego tecnólogo y urbanita, de secano y compromiso, una persona entre la multitud y las necesidades, caprichoso y despistado sin olvidar el orden y la ansiedad, aventurarse al corazón de las highlands es todo un reto.
No sé muy bien como explicar lo que he sentido en el viaje, quizá ni sea necesario ni tenga el espacio, pero sólo me gustaría contaros que entre el choque de lo abrupto y la soledad, entre la confrontación de la naturaleza y el hombre, el agua y la montaña, he descubirto algunas de las cosas que me sobran en el equipaje.
He pasado miedo, he visto el sol, he respirado aire, he bebido un verdadero malta y sobretodo, me he conocido un poco más...
Sé que esto es fruto de lo reciente del momento, como cuando uno venía de los campamentos seguro de que escribiría todo el año cartas, o de cuando uno visita un albergue de sin techo y lo que vé se le olvida al día siguiente. Sé que algo de esto tiene. Pero también sé que mi mochila lleva demasiadas cosas que no valen para nada.
En fin amigos, que aunque sea, os recomiendo, encarecidamente este viaje. Es algo que hay que hacer en la vida. Solo o acompañado. It's up to you.. as usual... :)
Es curioso, tengo la sensación de que me suelo reinventar demasiado, de que las cosas van y vienen con la facilidad de lo inesperado. Y es que, como sabéis he estado estos últimos 8 días por las Highlands de Escocia en una experiencia que nunca había realizado: la de viajar solo.
Quizá de esta manera las cosas son más intensas, quizá porque tenía simplemente la sensación, tan recurrente, de que si no hago estas cosas ahora nunca las haré. Y cierto es que, la gran parte de cosas que hago, tengo la suerte de poderlas hacer antes de que ya no las pueda. No cabe el arrepentimiento, ni tampoco la esperanza de tiempos mejores. Simplemente es presente.
Y es que para un manchego tecnólogo y urbanita, de secano y compromiso, una persona entre la multitud y las necesidades, caprichoso y despistado sin olvidar el orden y la ansiedad, aventurarse al corazón de las highlands es todo un reto.
No sé muy bien como explicar lo que he sentido en el viaje, quizá ni sea necesario ni tenga el espacio, pero sólo me gustaría contaros que entre el choque de lo abrupto y la soledad, entre la confrontación de la naturaleza y el hombre, el agua y la montaña, he descubirto algunas de las cosas que me sobran en el equipaje.
He pasado miedo, he visto el sol, he respirado aire, he bebido un verdadero malta y sobretodo, me he conocido un poco más...
Sé que esto es fruto de lo reciente del momento, como cuando uno venía de los campamentos seguro de que escribiría todo el año cartas, o de cuando uno visita un albergue de sin techo y lo que vé se le olvida al día siguiente. Sé que algo de esto tiene. Pero también sé que mi mochila lleva demasiadas cosas que no valen para nada.
En fin amigos, que aunque sea, os recomiendo, encarecidamente este viaje. Es algo que hay que hacer en la vida. Solo o acompañado. It's up to you.. as usual... :)
3 comentarios:
"Pero también sé que mi mochila lleva demasiadas cosas que no valen para nada."
Como todos, Sergio, como todos, que llevamos una mochila llena de pequeños traumas, de recuerdos de pequeñas villanías cometidas por miedo o por desidia y de espinitas que sólo sirven para menear la cabeza cuando se recuerdan. En definitiva, que suscribo totalmente tu frase.
Por otro lado, tengo dos o tres problemas a la hora de viajar. Uno, que mi natural pereza me lleva a no hacer planes. Otro, que incluso estando en buena compañía, cuando estoy más de dos o tres días con el mismo grupo de gente, necesito asilarme y tener un rato para mí ( ¿ Comienzos de misantropía ? ). Y por último, no quiero viajar sólo. Por cuestiones prácticas y por miedo a pensar demasiado en mí.
Pues yo me voy contigo, coño!
Y cuando quieras pues te aislas de mí, misántropo.
yo juan, tampoco había experimentado lo de ir solo por miedo a enfrentarme demasiado con mí mismo y ha sido.. simplemente GENIAL!!!
lo recomiendo..
y por la pereza.. precisamente mi plan ha sido.. NO PLAN!
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