jueves, 24 de julio de 2008

La historia del doble de X

Cuando le ofrecieron el trabajo de doble del polémico famoso que tantas apariciones tenía semanalmente en los medios, se lo pensó detenidamente. La verdad es que era calcado a aquel tipejo. Y aunque no seguía la prensa rosa, a base de que le preguntaran "Oye, ¿ tú no eres X ?" en la calle, en los bares, en la piscina y demás sitios ( una vez, dos universitarias histéricas en una biblioteca prácticamente le obligaron a firmar un autógrafo con el nombre de X, a pesar de decirles mil veces que no era X ), había terminado por ceder y un poco por morbo, un poco por curiosidad, se informó de la vida de X
Y X era realmente de lo peor. Caradura, mezquino, demagogo, aprovechado, chulo, crápula, juerguista, borracho y drogadicto. En fin, el tipo de persona que él nunca querría ser.
Pero ahora le ofrecían un curro de doble de X. Para acudir a las fiestas, compromisos, apariciones en TV y demás a la que X no tuviera tiempo, ganas o salud para acudir. El curro, aunque no le iba a hacer rico, estaba mucho mejor pagado que el que tenía. Y como tampoco le apasionaban sus quehaceres laborales, al final accedió. Evidentemente, para que el asunto funcionara bien, tenía que mantenerse el secreto. Afortunadamente, aún no vivía con su novia, lo que le hizó bastante fácil la rutina diaria del engaño.
Lo primero fue aprender de X. Con un logopeda, un estilista, un asesor de imagen y una cuantiosa documentación ( videos, entrevistas, fotos, etc ), en poco tiempo aprendió a hablar, a moverse y a opinar como X, y también se aprendió de memoria sus amigos, sus novias, su familia y todo aquello que formaba parte de la vida de X.
Poco a poco, empezó a sustituir a X en diversos actos sociales, entrevistas y saraos. A pesar de un par de meteduras de pata ( no reconoció a una ex de X recién operada de la nariz, contestó de forma torpe y con su propia voz a un paparazzi ), la gente lo pasó por alto. De hecho,
alguno de sus fallos contribuyó a aumentar la popularidad de X.
Las cosas se empezaron a torcer por varios motivos. X estaba tan contento con su trabajo, que cada vez delegaba más parte de su agenda en él. En las fiestas a las que tenía que acudir, para no despertar sospechas, tenía que beber, esnifar y empastillarse como X siempre había hecho. Lo cual supuso un problema, pues si X, acostumbrado a ese mundo, con los mejores médicos a su alcance ( había quién decía que todos los veranos se cambiaba la sangre ) había sabido mantener un cierto equilibirio en el consumo y en los efectos de estos excesos, él que nunca había salido de fiesta demasiado, que había sido un tipo formal, desarrolló adicciones que prácticamente se comían lo que al principio le había parecido un jugoso incremento salarial.
Cada vez le costaba menos hacer el papel de X. De lo que no se dió cuenta fue del hecho de que poco a poco, empezó a actuar como X incluso en su vida privada. Las barbaridades y las estupideces a las que X debía gran parte de su fama, pasaron poco a poco a su cada vez más escasa ( aquel trabajo era realmente agotador e imprevisible en cuanto a horarios ) vida privada. Sus amigos empezaron a murmurar entre ellos, "qué le pasa", "que cambio ha dado", "está hecho un gilipollas", "las drogas le han dejado colgado"... hasta llegar a "no quiero saber más de él".... Y su novia, una buena chica, harta de citas fallidas, de gritos que no venían a cuento, de reproches machistas, lo mandó definitivamente a la mierda el día que él empezó a llamarla fea, gorda y hortera en una cena con otros amigos.
Tampoco echó de menos demasiado esta vida privada. Iba a las fiestas de X, se emborrachaba en las fiestas de X, follaba con las amigas de X. Así que siguió con esa vida como si nunca hubiera tenido pasado propio.
Hasta el día que le llegó, un par de años después de haber aceptado el curro de doble de X, la factura por los excesos a los que sometía a su cuerpo. Una embolia le dejó hemipléjico en mitad de una juerga que se había prolongado durante demasiadas horas.
X, que se había acostumbrado a una vida mucho más sosegada desde que él trabajaba de doble suyo, aprovechó para, tras una falsa convalecencia, dar un giro a su imagen pública.
Y él, sin un puto duro, gastados los euros que había ganado en juergas y coca, se quedó en casa hemipléjico, drogadicto, jodido y sólo.

3 comentarios:

Markesa Merteuil dijo...

Lo curioso es que ni siquiera lo deseaba. Siempre dije aquello tan manido de ten cuidado con lo que desees, porque se puede hacer realidad. Pero es que ni siquiera lo deseaba...

Juan Ayala dijo...

Siempre me ha parecido que es muy fácil que la vida se te vaya al carajo.... Lo curioso es que no se vaya más a menudo

txema dijo...

Bonita historia...y efectivamente es fácil que la vida se te vaya al carajo. Yo pude vivir como se le fue a mi buen amigo Federico en cuestión de un mes y de forma similar a tu cuento. Todos lo conocisteis.