jueves, 23 de octubre de 2008

Aquellos maravillosos años

Yo que no soy amante de musicales, el pasado sábado tuve la ocasión de asistir a uno de ellos, eso si, un tanto dubitativo. “Hoy no me puedo levantar”, en el auditorio de Roquetas de Mar.
Este espectáculo narra las vivencias de dos jóvenes que llegan a Madrid en el año 81, a probar suerte en la ruleta de la música. Todo ello transcurre a través de las canciones de Mecano.
Además de ser un gran montaje, emotivo, divertido y trepidante, a mí me resulto algo nostálgico. Recordé épocas que nunca volverán a pasar, como aquella del instituto, personas que no volveré a ver, como mi buen amigo Federico, rutinas que no volveré a vivir, como ir cada sábado a La Biblioteca o al Tormenta, y sobre todo momentos y capítulos que no se repetirán.
Y creo que todo empezó cuando durante el musical del que os hablo, sonó aquella canción que decía <…allí me planté y en tu fiesta me colé…>, entonces como no iba a acordarme de aquella noche granadina en la que el amigo Juan Ayala y un servidor, nos plantamos en una fiesta de cumpleaños en la que no conocíamos a nadie, ni siquiera a la chica que celebraba el aniversario. Encima cometiendo el error fatal de llegar los primeros y no saber a quien felicitar.



Se sucedieron entonces imágenes por mi cabeza, con una mezcla de nostalgia, pena, alegría, emoción…
La noche madrileña que sin un duro y lloviendo terminamos mi querido Miguel Ángel y yo en un columpio de esos que tienen como una cabaña, dentro de la misma tomando una cerveza caliente.
El día que Peña me encontró en un autobús mientras yo dormía plácidamente dando vueltas circulares a Granada.
La noche que nos regó un feriante, eso si, a petición nuestra. Que calor! A eso de las siete de la madrugada.
Aquellas procesiones paganas e insultantes por cualquier callejuela de Almería, y además en Semana Santa.
Aquella compra de un jamón para comérnoslo entre seis a las ocho de la mañana.
Esas noches eternas del Camborio, las apariciones del Che, la noche que Merche nos dejó, el día que nos echaron de una discoteca (Distrito 10) por cantar demasiado alto, manda huevos.



Inolvidables partidas de Risk y mus, bien empapadas en alcohol, camping de Almerimar, fiestas de La Carolina, ollas de kalimotxo, conciertos de Sabina y Krahe...
Uno, que es del Atleti, no olvida como Lucas y Peña (madridistas) se metieron conmigo
en la fuente de las batallas el día que ganamos la liga, por tal de no dejarme solo en una ciudad de trescientos mil habitantes.
Cruces de Graná, ferias del mediodía, tardes de toros, cumpleaños en la Fabriquilla, sanjuanes fuera de fecha, pistos de madrugá, cocina de papapeña, agridulce cena en Viridiana, arroz en Alicante, noches de Jarapa, días de verano escuchando “las cuatro y diez”, sueños en un cajero, pasodobles en El Chuche, fiestas de Rioja, gambas y sobrasada…Tubay, tubay, tubay.
Casi nos dan gazpacho en Madrid, amigo Juan.



Para que seguir contando, no me queda sino dar las gracias por tantos momentos compartidos, que al final son lo que queda en la vida. Gracias por los mejores momentos de nuestra vida, y por supuesto por los peores. También por todos los que nos quedan, que no serán pocos ni aburridos.

2 comentarios:

Juan Ayala dijo...

Nunca podré comprender como no nos dieron gazpacho, y varios cucharones, aquella noche, amigo Txema

Miguel Ángel dijo...

Precioso post.
Se habló hace ya sobre el alma en este blog. Pues esto que cuentas son las almas de las personas y no otra cosa. Un abrazo amigo.