sábado, 14 de marzo de 2009

Enric González da en el clavo

Copio y pego el artículo de Enric González aparecido ayer el El País. Me parece un ejemplo de lo que debe ser un articulista independiente y un periodista ejemplar y profesional, suma que no abunda precisamente en esta nuestra prensa:


ROJA

No soy de los que temen una España rota. A mí me preocupa una España roja. Roja de vergüenza. Me abochorna lo que ocurre en la Comunidad de Madrid y me apena el papelón del Parlamento autónomo, con esa comisión investigadora destinada a desinvestigar, negar la evidencia y acusar a los periódicos, en concreto a éste en el que escribo; da grima comprobar el cainismo imperante en el PP de Esperanza Aguirre y la inoperancia del PSOE madrileño.

Me abochornan las "embajadas" catalanas, los informes que la Generalitat encarga a los amiguetes, la abundancia de campañas de autobombo, la conjunción de dispendio e ineficacia, el vuelo gallináceo del debate político en el "oasis". Me abochorna la impavidez con que el anterior Gobierno autónomo gallego, esa coalición "progresista" de socialistas y nacionalistas, dio por supuesto su derecho a derrochar en coches blindados, mobiliario y francachelas; me deprime que el PP de Galicia, a estas alturas, siga apoyándose en los caciques cada vez que se aproximan elecciones (ahí, sin embargo, habrá que dar un voto de confianza a Feijóo).

Me abochorna, y no hace falta decir por qué, que Ibarretxe asegure que el PNV seguirá mandando, tanto si permanece en el Gobierno como si no: ahora resulta que el lehendakari vasco habla igualito que Girón de Velasco y otros figurones del búnker después de la muerte de Franco.

Me abochorna que Camps se niegue a explicar ante el Parlamento autónomo valenciano esa historia tan graciosa de los trajes, y que Fabra domine eternamente la Diputación de Castellón gracias a su talento para explotar el clientelismo. Me abochorna que el PSOE gobierne siempre en Andalucía, aupado sobre su propia clientela rural y sus peonadas.

Me abochorna, en general, la España autonómica, con sus cargos y carguitos, sus coches oficiales y sus trapisondas. No creo que el plan fuera ése. Hace 30 años se prometió que la Constitución, además de reconocer los derechos y particularidades de determinadas regiones (o naciones, o imperios, da igual: las palabras no cuestan un duro), serviría para acercar la Administración al ciudadano. Quizá esté más cerca, pero suele portarse como si estuviera lejísimos y no pudiéramos ver las tonterías que hace.

2 comentarios:

Juan Ayala dijo...

Me gusta mucho como escribe este hombre. Aunque yo creo que el problema político español es más de falta de categoría personal de los políticos que de sistema

Neftalí Peral dijo...

Y el sistema... Como comento en otro lugar y alguno lo habéis visto, no es posible que algunos vayan por ahí creyéndose presidentes de la República de Francia o algo así.

Ayer, Orejudo, no estuvo mal.