El mago

Ya sabéis de mi debilidad por este futbolista, Mágico González. En estas noches que nos daba por hablar de fútbol, yo siempre colocaba entre sonrisas de los contertulios a Mágico en primer lugar...luego Maradona...y los demás muy lejos. No dejeis de ver esta pequeña muestra de este jugador, atípico fuera y dentro del campo, no os quedareis indiferentes.

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Anecdotario:
“Soy un loco despistado que no se ha integrado en la vida ordenada que un jugador de fútbol profesional debe llevar. No pretendo ganar mucho dinero. Mientras tenga un plato de berzas para comer, me conformo”.

Antes de un juego contra el Castellón, para más señas, mientras jugadores y técnico inspeccionaban el césped del estadio de Castalia, alguien advirtió que el salvadoreño no estaba por ningún lado. “¡Ha desaparecido!” Tras una intensa búsqueda con más de cháchara que de otra cosa, un empleado del inmueble lo encontró, dormido en un banquillo, acurrucado como un niño en su cuna.

“En una ocasión a ‘Superpaco’ uno de los porteros del equipo- le hizo un gol de falta directa pese a que había puesto siete jugadores en la barrera. ‘Superpaco’ le dijo: ‘Te regalo el barco sí lo repites’. Y lo repitió”.

Acompañó al Barcelona en una gira por América y, en una alarma de incendio en un hotel (provocada por Maradona), fue el único que no bajó a recepción. Se le encontró en la cama con una californiana y decía repetidamente: "Yo no he sido”.

Cuando por alguna de sus frecuentes escapadas bohemias era relegado al banquillo por el técnico, la afición amenazaba con insurreccionarse, y aparecía en las gradas el cartelón enorme: “‘Mágico’, el hermano indio de Dios. Quien no quiere al ‘Mágico’, no quiere ni a su madre”.
Veinte mil gargantas coreaban el nombre del ídolo y no dejaban de hacerlo hasta que el asustado entrenador no tenía más alternativa que mandarlo al campo. “El Mágico” mismo sabía que, después de una juerga prolongada hasta la madrugada, no estaba en realidad para un partido. Entonces, me aseguran, le decía al entrenador: “No se preocupe, míster, salgo al campo, hago mi golito y me largo directo a echar una pestañita”. Dicho y hecho: dos o tres genialidades y un gol en 15 minutos. Luego el cambio y a dormir hasta el final del encuentro.

Etc