Vaya por delante la gratitud a mi amigo Clint que se acordó de mi convalecencia y me mandó una copia a mi casa de su última película, Gran Torino. De otro modo no hubiera podido disfrutarla ya que ahora mismo no podría pasar las dos horas que dura sentado la butaca de un cine. (1) ¡Y cómo la he disfrutado! Bueno, mejor dicho, cómo se me han revuelto las tripas. Porque Gran Torino es un golpe directo ahí mismo, allá en lo blando.
Walt Kowalski (Clint Eastwood) es un veterano de la guerra de Corea, trabajador jubilado del sector del automóvil. Su máxima pasión es cuidar de su más preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972. Inflexible y con una voluntad de hierro, Walt vive en un mundo en perpetua evolución, pero las circunstancias harán que se vea obligado, frente a sus vecinos inmigrantes, a enfrentarse a sus antiguos prejuicios.
Eso es lo que reza la sinopsis. Pero la película es mucho más que eso, es un verdadero poema a la redención, a la venganza, a la fe, a las relaciones paterno-filiales, a la transmisión de los valores, a la soledad, a la justicia, a la amistad, a la vejez, a la muerte, y en general a los temas de los que nos viene hablando este maestro desde hace ya décadas.
Mucho se ha hablado del homenaje que hacía Eastwood a Harry Callagher, pero yo no veo sólo a Harry el sucio. Walt Kowalski es a la vez Butch Haynes, William Munny, Frankie Dunn, Jimmy Markum, Tom Highway,… pero también es Tom Doniphon, es Ethan Edwards, es Will Kane, es Tom Dunson, es Shane.
Así que los que busquen inocencia, corrección política, maniqueísmo, demagogia, engaño o indulgencia que se vayan a ver otra película, incluso ganadoras de oscars.
Me hormiguea el estómago cada vez que mi cabeza vuelve a la película, pero más poderoso es el infinito desasosiego que me provoca imaginarme que esta interpretación sea, como así se ha podido leer en numerosos mentideros, el testamento fílmico de Eastwood. Por favor que no sea así, y como decía Boyero en su crítica de El País: No se muera nunca, señor Eastwood.
(1): Eufemismo para no ser acusado de descarga ilegal
Walt Kowalski (Clint Eastwood) es un veterano de la guerra de Corea, trabajador jubilado del sector del automóvil. Su máxima pasión es cuidar de su más preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972. Inflexible y con una voluntad de hierro, Walt vive en un mundo en perpetua evolución, pero las circunstancias harán que se vea obligado, frente a sus vecinos inmigrantes, a enfrentarse a sus antiguos prejuicios.
Eso es lo que reza la sinopsis. Pero la película es mucho más que eso, es un verdadero poema a la redención, a la venganza, a la fe, a las relaciones paterno-filiales, a la transmisión de los valores, a la soledad, a la justicia, a la amistad, a la vejez, a la muerte, y en general a los temas de los que nos viene hablando este maestro desde hace ya décadas.
Mucho se ha hablado del homenaje que hacía Eastwood a Harry Callagher, pero yo no veo sólo a Harry el sucio. Walt Kowalski es a la vez Butch Haynes, William Munny, Frankie Dunn, Jimmy Markum, Tom Highway,… pero también es Tom Doniphon, es Ethan Edwards, es Will Kane, es Tom Dunson, es Shane.
Así que los que busquen inocencia, corrección política, maniqueísmo, demagogia, engaño o indulgencia que se vayan a ver otra película, incluso ganadoras de oscars.
Me hormiguea el estómago cada vez que mi cabeza vuelve a la película, pero más poderoso es el infinito desasosiego que me provoca imaginarme que esta interpretación sea, como así se ha podido leer en numerosos mentideros, el testamento fílmico de Eastwood. Por favor que no sea así, y como decía Boyero en su crítica de El País: No se muera nunca, señor Eastwood.
(1): Eufemismo para no ser acusado de descarga ilegal
3 comentarios:
Este viernes tengo pensado ir a verla.. Veo venir debates con un whisky con hielo sobre esta película ( y sobre tantas otras, ya sabes como encadenamos temas cuando nos regamos un poquito el gaznate )....
Pedazo de peliculón.
Hacía tiempo que no veía una película que me llenara tanto.
Adios para siempre Clint.
Yo si que fui al cine y comí palomitas. Lo siento.
La ví anoche. Me encantó. Me reí y casi lloré. Aunque la esperaba un pelín más dura, me encantó
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